viernes, 20 de noviembre de 2009

A Short Story About Love 2

(¡DETENTE! si vas a leer esta historia o te recomiendo, que primero leas la parte uno "A SHORT STORY ABOUT LOVE" está un par de post's más abajo)


Bueno como dijo El Tino hemos decidido compartir una pequeña historia de amor con ustedes esta parte, la segunda, la escribí cuando ya teníamos un años juntos y veía las cosas desde otra perspectiva, pero somo seres hechos de vivencias, experiencias y recuerdos y al voltear hacia atrás recordé todo lo que vivimos cuando aún no éramos novios pero queríamos serlo y lo asocié con esta canción de Travis que muchos deben conocer "Love will come Through". Esperamos que disfruten las historias, las canciones y nos gustaría que nos dijeran que les parece ¿demasiado cursi?
enjoy...





A short story about love II


Han pasado algunos desde que termino la guerra, ahora los soldados han regresado  después de varios años, a sus hogares; los niños vuelven a jugar en los valles y los árboles de nuevo están floreciendo, sin embargo no todos tienen paz. En los pueblos se cuenta la leyenda de un pequeña joven de ojos cafés, casi rojos y cabello largo y negro como la noche que viaja a caballo portando un arco, espada y un hacha en busca de algo que le fue robado antes de terminar la guerra, en esta parte es en donde varía la leyenda, en algunos pueblos se dice que entraron soldados a su casa mientras su familia dormía matando a todos y que sólo ella pudo escapar; otros dicen que se encontraba en la iglesia a punto de casarse cuándo la guerra llego a su pueblo matando a su prometido, ambas familias y secuestrándola a ella; otros creen que era una duquesa y los mercenarios le arrebataron todo lo que poseía incluyendo tierras, joyas y carísimos vestidos. Pero nadie sabía a ciencia cierta que buscaba ni donde lo encontraría.
Para ella la guerra comenzó el día que al despertar encontró una pequeña libreta en su mesa, fue el mismo día que salió de su casa para no regresar y desde entonces vivía triste y esperaba con ansías el momento de volver a la seguridad de su familia. Recordaba la deliciosa comida de sus madre o las galletas que horneaba su tía, las sonrisas de su sobrina e incluso extrañaba que su hermano pequeño desordenará sus cosas. Pero antes de volver debía encontrar a la persona que disparo la flecha la cuál acabó con su felicidad.
Junto con sus armas y cargaba dos pequeñas libretas una de tenía una gran estrella negra en la portada y la otra una flor de lís roja. La primera se encontraba llena y la pequeña niña sólo se encargaba de leer una página; en cambio la última estaba casi vacía y ella escribía al menos media hoja; estas tarea se realizaban una seguida de la otra cada noche antes de acostarse a descansar. Todas las mañanas antes de amanecer apaga la fogata al lado de la cuál había dormido recogía sus cosas y seguía su camino al siguiente pueblo.
En cada pueblo paraba y se entrevistaba con soldados que hubieran podido ver que fue lo que había pasado ese día, les preguntaba en que batallón habían combatido y en donde habían estado el día que había que él había muerto; sin embargo hasta el momento no había encontrado a nadie que hubiera estado cerca, la mayoría de los soldados afirmaba que la batalla más cercana se había encontrado a más de dos kilómetros y que ninguna flecha hubiera podido viajar tal distancia ni con la fuerza suficiente para matar a alguien.
Jibril, la chica de ojos cafés, había viajado una gran distancia y por mucho tiempo sin poder encontrar nada y lo único que la alentaba a seguir era el recuerdo de su sonrisa y sus cabellos moviéndose con el viento aquel día de verano. Era jueves y estaba atardeciendo habían salido juntos a recoger flores de cereza para su madre; el viento soplaba muy despacio pero lo suficientemente fuerte para desprender las flores de los troncos, los pétalos parecían flotar, victimas de una ingravidez casi espacial, las nubes podían verse avanzar en lo alto del el cielo mientras el sol se ocultaba en el horizonte. Habían estado platicando por un largo rato, era un día agradable, y los pétalos hacían del momento algo mágico.
Caminaban entre los árboles cuándo el viento se fortaleció arrancando todos los pétalos de un árbol cercano, ella salió corriendo al mismo tiempo que gritaba: “alcánzame”, y Keled salió corriendo tras ella inmediatamente. Corrieron durante un largo rato alrededor de los árboles que desprendían de una cortina de pequeños pétalos rosas. Se persiguieron durante casi una hora, lo único que los detuvo fue el cansancio; cayeron rendidos sobre el pasto, también cubierto de flores, se hicieron cosquillas y después se quedaron dormidos juntos con las manos unidas como si llevaran años conociéndose y amándose.
 Jibril estaba por llegar a su casa, sólo tenía que parar por un pueblo más, había perdido todas las esperanzas de encontrar a la persona que había asesinado a Keled y estaba por rendirse, por ceder, incluso estaba dispuesta a perdonar cuándo se topó con una gitana, esta extraña mujer la vio a los ojos, tomo su mano, la examino cuidadosamente. 
– Mal de amores ¿cierto?, no te preocupes, cuándo la luna este roja y sea delgada como una aguja volverás a besar sus labios. Al culpable lo encontraras cerca de aquí, en el siguiente pueblo, tu ya le has visto, tratará de hacerte olvidar, sus palabras son veneno, sigue tu corazón, él te guiara-
 Y sin que Jibril pudiera contestar, la gitana se marcho. 
Sin saber por que razón, ni por que fuerza algo la llevó de vuelta a su pueblo, cabalgó lo más deprisa que podía, logró llegar a su casa en medio día. Cansada al apenas atravesar el portón principal cayó del caballo desmayada. El cansancio y la mala alimentación por tantos meses hicieron estragos en su cuerpo, estaba delgada, pálida y el odio poco a poco la había ido carcomiendo.
Al despertar se dio cuenta que por fin se encontraba con su familia y sintió un gran alivio, como si le hubieran quitado un gran peso de encima, se levantó, se aseo, se vistió con uno de sus vestidos que hace mucho no podía usar, uno rosa, que a él le gustaba mucho,  tan rosa como las flores de cereza. Después de unas horas decidió que ya se sentía bien y salió a caminar un rato, paseo por los viñedos, por el parque, por las calles y parecía que nada había cambiado; los niños aún jugaban por doquier y todo el mundo la reconocía, sabían que ella era quién había estado vagando por todos esos pueblos, y se les hacía raro verla de nuevo llevando puesto un vestido pero lo que más les inquietaba era que no había cambiado en nada, que aún tenía la misma sonrisa y era la misma niña dulce y gentil de siempre.
Después de pasear y recorrer de nuevo su ciudad decidió volver al campo de cerezos, tomó caballo, que aún llevaba la espada, y cabalgo hasta allá. Al llegar bajo del caballo y recordó una vieja creencia de su pueblo “cuándo algo te preocupe y no puedas sacarlo de tu corazón abraza un árbol y cuéntale tus penas, él hará que se las lleve el viento”; así que se abrazó a aquel gran árbol que algún día no muy lejano había sido cómplice de sus travesuras y comenzó a contarle todo lo que había pasado desde el día que se encontró a un soldado mal herido en las afueras de su pueblo, al recordar tantas cosas no pudo sostener más el llanto y se soltó a llorar, en realidad ella no quería vivir más y no veía el momento para por fin correr a los brazos de Keled abrazarlo fuertemente y besarlo como nunca jamás había besado a nadie.
Y así paso mucho tiempo la noche cayó sobre Jibril y el viejo cerezo; los botones de las flores flotaban de nuevo en el aire. Ella sabía que tenía que ser fuerte que debía de vivir por él, por lo que él no había podido ver, probar, oír, oler o sentir y por fin decidió levantarse y olvidar, no a él, sino lo que la atormentaba. Fue cuando la extraña apareció de nuevo, riendo mordazmente:
- No puedes seguir, sientes como las fuerzas te van abandonando poco a poco ¿No es cierto? Estuviste a su lado tan sólo unos meses ¿Y ahora sientes que ya no puedes vivir sin él?
-¿quién eres? - respondió Jibril, sin poder ver a la extraña.
- No hace más de un día que nos encontramos y me dices que no me recuerdas ¿cómo es que a él si lo recuerdas?
- Eres la gitana que dijo todas esas cosas ¿cierto?
- ¡No soy sólo una gitana!- gritó la extraña - ¡Por mucho tiempo yo fui su mano derecha, nos conocimos desde que éramos pequeños y desde entonces yo siempre supe que él debía ser para mi y mientras crecíamos eso no cambiaba. Cuándo fue reclutado yo era quién protegía su espalda!  es por eso que sabía cuál era su punto débil, aquel que él nunca debió cuidarse ¡por que yo era quién lo cuidaba! Así que no fue tan difícil dispararle una flecha que atravesara su maldito corazón; si es cierto que yo lo perdería, pero a veces es necesario perder una batalla para ganar la guerra, pero tu nunca entraste en mi plan. Cuándo el me contó de ti yo ya lo sabía, las cartas nunca mienten, pero lo que nunca me dijeron es cuanto lo amabas tú, te subestimé, creí que lo dejarías ir, y que yo guardaría esa espada que carga tu caballo. Después de disparar la flecha estaba segura que tendría algún momento a solas junto a él que yo era quién iba a darle su último beso ¡PERO TU ME LO ROBASTE! ¡Y no voy a perdonártelo jamás! 
La gitana aún no terminaba de hablar cuándo ya se había lanzado con su espada sobre Jibril, quien sintió que por fin había encontrado al culpable, que por fin su amado iba a ser vengando, así que al mismo tiempo que esquivaba los golpes de la gitana Jibril corrió hacia su caballo a tomar su espada que una vez le perteneció a Keled.
La batalla no dejó nada que desear de las dos combatientes, la gitana era muy fuerte pero no era muy inteligente al contrario de Jibril, quién además de ser diestra con la espada parecía siempre saber por donde iba a ser atacada y por donde su enemiga estaría descubierta, sin embargo el cansancio pronto comenzó a tomarle presa; hacía tiempo que no descansaba ni comía bien, poco a poco su sexto sentido iba mermando al igual que su fuerza. La gitana la embistió con fuerza lanzando a Jibril de espaldas contra el árbol para después caer de rodillas, la gitana dió unos cuantos pasos y acercó la punta de la espada al cuello de Jibril.
-¿Crees que podrás vencerme? ¡Eres tan débil como Keled! ¿cómo es que pudiste sobrevivir todo este tiempo por ti sola? ¿Seguramente ni siquiera combatiste en la guerra! – dijo la gitana con un tono sarcástico.
- Tal vez no sea tan fuerte ni valiente pero se que hay cosas por las cuales debemos arriesgarnos, yo me di cuenta demasiado tarde, y tuve que perder a quien amé,  pero estoy dispuesta a dar mi vida por él.- Jibril sonrió para sí, sabía que la fortuna estaba de su lado - ¡Yo no te robe nada! fue él quién quiso que yo estuviera a su lado. –
Jibril utilizó todo la fuerza que le quedaba para ponerse de pie, empuñó su espada y arremetió contra la gitana, que se defendió como pudo, sin embargo parecía que Jibril se había recuperado, sus movimientos eran más certeros y mientras aparentaba tener cada vez más vigor, la gitana se veía más endeble. Por fin Jibril logró derribar a su oponente y fue entonces cuando se dispuso a terminar con ella y se abalanzó con su espada en alto mientras la gitana aún se encontraba en el suelo.
Todo iba a terminar por fin, su corazón sintió un alivio, habría vengado a su amado y podría regresar con su familia, su caballo se encargaría de llevarla a casa en donde cuidaría de sus hermanos, sobrinos y los hijos de ellos, todo estaba por terminar, la espada de Keled atravesó el corazón de la gitana, al igual que la flecha había perforado el de Keled.
Se quedaron inmóviles unos segundos, la sangre resbalaba por la empuñadura de la espada de Jibril y bajaba hasta llegar al suelo, no sólo Jibril había terminado con la vida de su contendiente, sino que también la gitana había logrado su cometido. La pequeña guerrera había sido herida en el estómago por la espada de su enemiga; necesitó de gran fuerza para desencajar el arma que dentro de unos cuantos minutos le habría quitado la vida y quedó tendida sobre el pasto y las flores de cereza desangrándose rápidamente.
El amor la había hecho fuerte, la hizo crecer incluso la hizo arriesgarse, tomó las riendas de su vida y conoció lugares, personas y hechos espectaculares habías buscado a esa persona por todo su país sólo para vengar la muerte de su amado, pero ahora yacía debajo del mismo árbol que alguna le había servido de refugio y le había proveído la felicidad más grande de toda su vida. En sus últimos momentos pensaba que tal vez todo tenía una razón de ser y que el destino tiene extrañas maneras de ponerlos en el lugar al que pertenecemos; fue entonces cuándo el viento sopló fuertemente desprendiendo las flores del árbol que al caer sobre su vestido se manchaban con su sangre y el árbol quedaba desnudo regalándole una última mirada al cielo, cuán grande fue su sorpresa al ver que la luna era delgada como una aguja y roja como su sangre. Entonces se dio cuenta que la gitana no los había separado sino que al final los había reunido bajo el mismo árbol que un día no muy lejano vio nacer su amor.




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